Cuentan las mujeres isoseñas que cuando van a tejer, suelen soñar las formas que tendrán sus obras. Muchas de ellas son cruces con medidas matemáticas perfectas, sin que ello implique que hayan hecho cálculos; simplemente plasman aquello que imaginaron y dejan que sus manos se fundan en los hilos. El resultado son telares, bolsos e incluso mochilas únicos, porque nacen de la mente de sus autoras. Ninguno es igual a otro.
Quienes tejen hamacas en Guarayos, hacen lo propio. Antiguamente, incluso sembraban el algodón, que luego hilarían para elaborar obras de arte. Del mismo modo, las mujeres vallgrandinas tratan las chalas de choclo para elaborar muñecas, muñecos y otros implementos muy resistentes y duraderos.
Además, las alfareras de Tentayape piden permiso a la Tierra con un ritual antes de extraer la arcilla. También, los Ayoreodes diseñan sus bolsos de acuerdo al clan que pertenecen.
Tanto la historia como buena parte de trabajos exclusivos de estos artesanos y artesanas de Tierras Bajas se encuentra en el Museo Artecampo, ubicado en el tercer anillo externo, a pocos metros de la avenida Roca y Coronado, en Santa Cruz.
Si bien por falta de espacio no fue posible tener las obras de 14 asociaciones, conformadas por miembros de 64 comunidades, recorrer las salas permite conocer a fondo la forma de vida de estas culturas, así como su forma de elaborar sus trabajos.
Gabriela Zeballos, directora del museo, explica que por ejemplo es posible ver cómo los Ayoreos idearon hasta chinelas o sandalias resistentes al tipo de territorio que ocupan, plagado de plantas de garabatá, que pueden dañarles los pies.
Extensas estelas de tejidos isoseños también ayudan a entender la riqueza de esa cultura o la de las ceramistas de Cotoca, que lograron tal perfección en sus cántaros, que logran figuras de cabezas de aves, con adornos que emulan sus alas.
Las pinturas de Urubichá, a su vez, permiten entender la vida en ese territorio, cuna de grandes compositores, músicos y tejedoras de hamacas.
Estas salas se encuentran en un amplio espacio del Centro de Investigación, Diseño Artesanal y Comercialización Cooperativa (Cidac).
Además de ese recorrido, es posible conocer las plantas y árboles que utilizan los artesanos como materia prima. Al ser una visita guiada, los responsables muestran cómo las hojas de jipijapa pueden ser tratadas y convertidas en resistentes lazos para hacer sombreros tejidos o bolsos, entre otros. O incluso ver las hojas de garabatá que usan los Ayoreos para sus tejidos. La guía incluso explicará cómo idearon un tipo de bolso que mantiene su espalda recta, para no causarse daño o cómo idearon una silla móvil para descansar la columna vertebral cuando se sientan en sitios poco cómodos.
Un poco de historia
El museo es resultado de un trabajo minucioso de investigación que inició allá por 1980. Doña Ada Sotomayor de Vaca -Adita, como la conocían las mujeres de las comunidades- y Laura Salinas iniciaron una expedición por distintas regiones de Santa Cruz, para identificar a las artesanas de Tierras Bajas, así como las técnicas que utilizaban. Entonces surgió el CIDAC, para rescatar y estudiar estas habilidades.
Consecuencia de esa labor fue la formación de la Asociación de Artesanas del Campo (Artecampo), en 1985.
El sistema funciona como una cooperativa, que cuenta con 14 asociaciones de todas las regiones de Santa Cruz y algunas de Chuquisaca. Así, la lista de afiliados es la siguiente:
- Taller de jóvenes pintores de Urubichá.
- Asociación de Tejedoras de Hamacas Cooreporaviqui.
- Asociación de Bordadoras de Ascensión.
- Asociación de Tejedoras de Palma de Ichilo.
- Asociación de Bordadoras de Los Tajibos – La Primavera
- Asociación de Tejedoras de Chipas y Bordadoras de Lomerío.
- Asociación de Talladores de Madera de San Miguel de Velasco.
- Asociación de Tejedoras de Garabatá Ayoreode.
- Asociación de Loceras de Cotoca
- Taller Experimental de Santa Cruz.
- Asociación de Artesanas de Vallegrande.
- Asociación de Alfareras de Tentayapi.
- Asociación de Tejedoras Sumbi-Regua
- Artesanos Talladores de Weenhayeck.
Cada año, las artesanas (el 95 % son mujeres) hacen una asamblea, donde eligen a sus representantes y toman sus propias decisiones, según explica Paula Saldaña, directora ejecutiva del CIDAC.
Esta forma de trabajo, permite que el proyecto sea autosustentable, ya que los miembros no dejan sus obras en concesión, sino que reciben un pago. De hecho, incluso equipo que trabaja en la tienda recibe un salario de las ventas.
La pandemia, por supuesto, diezmó tanto las visitas al museo, como el comercio de las artesanías, por lo que con la reactivación se espera mejorar esta situación de a poco.
Para visitar el museo
- – Necesitas aproximadamente una hora para hacer el recorrido. También puedes solicitarlo en inglés.
- – Encontrarás una colección de piezas contemporáneas de los grupos étnicos guaraní, ayoreo, guarayo, chiquitano y comunidades interculturales del Oriente boliviano.
- – El costo de las entradas es de Bs 10 para adultos y Bs 5 para niños.
- – Con estrictas medidas de bioseguridad, el Museo está abierto jueves y viernes de 16:00 a 19:00 y sábado de 11:00 a 15:00.
- – Pronto volverán los talleres y tardes de cine, actividades que se desarrollaban especialmente con colegios, para que puedan conocer más a fondo las culturas de Tierras Bajas.
Las tiendas de Artecampo
- – Calle Monseñor Salvatierra 407, esquina Vallegrande.
- – Al lado del museo también hay una pequeña tienda con artesanías.