Cuenta Dora Saucedo que su nieta ya sabe identificar hojas medicinales. Aquello que para la niña es un juego, en realidad es la transmisión de un saber. Por eso, cuando la abuela y otras socias de la Asociación de Medicina Natural de Santiago de Chiquitos van al campo a recolectar semillas y otros para elaborar sus remedios, las más pequeñas compiten para agarrar la mayor cantidad de estas materias primas, que luego se convertirán en pomadas, jarabes y otros preparados.
Así también aprendieron las ahora fundadoras y nuevas integrantes de este grupo femenino muy conocido en la Chiquitania por los remedios que preparan. Heredaron aquella sabiduría que muchas veces surge de la necesidad de salvar una vida.
Dora -la actual presidenta de la Asociación- recuerda que cuando en esta comunidad distante a 430 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, alguien se enfermaba, solo había una posta atendida por unas religiosas. Hoy en día llegar a Santiago es un viaje placentero por una carretera asfaltada, pero hasta no hace más de 20 años, el camino era lleno de baches y se demoraba hasta dos horas en arribar a Roboré, la capital del municipio; hoy se hace en 30 minutos.
“Antes no había médico, solo una posta que atendían unas madrecitas, que se fueron. Ellas también utilizaban medicamentos del pueblo. Por ejemplo trataban las diarreas de los niños con el cogollo de guapurú o con tarumá. Acá solo entraba un camión, que iba una vez a la semana a Roboré por un camino feo y los medicamentos de botica tardaban en llegar”, dice.
Durante la primera oleada de la pandemia, las socias no pudieron reunirse, pero cada una continuó con su labor de elaborar pomadas y jarabes para la tos, dolores de hueso y otras afecciones, incluso síntomas del coronavirus. La efectividad de sus productos hizo que ya no necesitaran salir a vender, sino que atiendan pedidos por teléfono.
“En la época de las abuelas no había ni posta, en nuestra época sí. Ellas ya conocían los remedios, iban, traían, decían: esta cantidad dale para el niño y dale una cuchara. Uno criaba a los hijos con los remedios de acá nomás”, asegura Dora.
Si bien en Santiago no hubo muchos casos de Covid, debido a la prevención que aplicó la comunidad, la necesidad de contar con un hospital se hizo latente. Tras varios meses de campaña solidaria, finalmente los propios vecinos refaccionaron su nosocomio que está en funcionamiento. Esto para los habitantes de esta área protegida también es una esperanza, porque así como acuden a la medicina tradicional, requieren en ocasiones atención más especializada.
Por ahora las mujeres de la medicina natural continúan trabajando con mucha precaución y son ellas quienes saben con precisión cantidades y frecuencia para tomar estos remedios. Si usted gusta contactarlas, puede llamar al (591) 72610745.
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