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La Región
Hace ocho años, los esposos Gabriela Taborga y Orlando Saucedo decidieron emprender un negocio poco convencional. Se propusieron producir alimentos que no contengan ningún tipo de químico y que –además- no afecten directamente el hábitat de los animales para que estos puedan aportar a la fortificación de la tierra. También querían que las épocas de siembra coincidan con fases de la luna, estaciones y otras características que hicieran todo el proceso lo más natural posible.
Cinco años después de aquel reto, comenzaron a ver los frutos del esfuerzo. Sus productos –frutas, vegetales, leche, huevos y carnes, entre otros- empezaron a ofrecerse entre personas que buscaban alimentos agroecológicos. Entonces Gabriela decidió abrir una ecotienda virtual: “La Hojita”.
Se dio cuenta que había otros emprendedores que seguían la misma línea y que juntos podían apoyarse, tanto para proveerse materia prima como para ofrecer sus productos al mercado.
Así se reunieron varias marcas que ahora llegan a sus clientes por redes sociales y que también acuden a una feria agroecológica que suele montarse en el parque Los Mangales III de Santa Cruz de la Sierra.
Con el tiempo –dice Gabriela- cada vez más consumidores se dan cuenta de la diferencia entre un alimento tratado químicamente y otro natural. “Eso se nota en el tamaño y en el sabor. Por ejemplo, una naranja que luce casi perfecta no puede ser natural, porque en el árbol los frutos dan en diferentes tamaños y tienen defectos”, explica.
Proyecciones
Para el próximo año, “La Hojita” prevé tener un local comercial físico en el kilómetro 9 de la carretera al Norte. Allí precisamente tiene el huerto Benevento, donde producen cítricos, achachairú, cacao, una poza donde se cría pescado pacú, gallinas criollas y otros productos lácteos y cárnicos. Todo con manejo sostenible. Los esposos Saucedo Taborga también cuentan con otro espacio llamado San Genaro, donde hay ganado que se cría con alimentos naturales y panales de abejas. Finalmente, Villa Ely, donde solo se siembra y cosecha vegetales, así como plátano, yuca, jengibre, orégano y cúrcuma.
En cuanto a sus aliados, está Vokô, un grupo de artesanos camireños que trabajan con madera rescatada. En su caso no cortan árboles, sino que recolectan troncos que encuentran a su paso.
En la misma línea trabaja otro emprendedor que hace obras en cuero pirograbado. Se suma “Lanita”, que hace muñecas de trapo y otros juguetes con material noble. La costura es a mano.
“Hecho en casa”, también parte de este proyecto, tiene productos no convencionales agroecológicos como escabeches o mermeladas. Benevento le provee la materia prima.
Dulces “La Abuelita”, que trabaja con frutos que la dueña recolecta en sus viajes a pueblitos. Lo hace para evitar los agroquímicos.
“Bolero oficial” que es un bolso para portar coca. Su creador lo hizo para descartar las bolsas plásticas en las que se vende la hoja. Lo elabora en cuerina y a mano.
Dos niñas apoyadas por su madre son parte de “La Hojita”. Ellas hacen galletas de avena y frutos saludables. Utilizan dos nombres “Gracia de Dios” y “Pedacito de cielo”. Benevento les provee huevos, leche y otros ingredientes naturales. Sus envases son de papel para evitar el plástico.
La huerta de la Fundación Colonia Piraí ofrece vegetales agroecológicos, así como la huerta agroecológica “Isabela”. Esta última tiene la característica que su propietaria busca frutos silvestres. Es decir que la caña, el coco y el maní que venden, entre otros productos, los van cosechando en lugares cuyas plantas crecieron naturalmente. Nadie las sembró ni fue a cuidarlas.
En la lista también figura el café ecológico La Comuna, marca Coroico, con las mismas características que los anteriores: que sea un producto natural.
Si bien Grabriela explica que muchas veces no se valora el esfuerzo de los emprendedores agroecológicos, porque los costos de producción son más altos, últimamente ha crecido el mercado. Cada vez más gente entiende la importancia de una alimentación saludable. “Por eso vale la pena apostar por esto, por estar de la mano de la naturaleza, eso vale mucho”.
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