Quien visita este municipio, distante a 74 kilómetros de La Paz, tiene en el sitio arqueológico de Tiwanaku y sus museos, atractivos de gran interés. Sin embargo, el destino ofrece mucho más que la ciudad de piedra para recorrer.
En marzo de este año se formó la “Asociación de Emprendimientos Turismo Integral Tiahuanacu Bolivia” (ADETUR), conformada por habitantes del lugar que decidieron impulsar alternativas frente a la pandemia. Es una ruta turística que se complementa a la oferta arqueológica.
La agrupación reúne a prestadores de servicios turísticos, como restaurantes, hospedajes, operadoras y guías, además de artesanos con conocimientos ancestrales, productores de lácteos, expertos en astronomía y familias que apuestan por el turismo vivencial. La visita demanda un mínimo de dos días y un máximo de tres, e incluye el aviturismo en el lago Titicaca como senderismo en montañas.
Aquí algunos de estos emprendimientos:
La tejedora de los presidentes
Delia Medina heredó el talento de su madre para tejer chompas, gorros y otras prendas, pero su cercanía con el mundo de la arqueología la inspiró a especializarse en tejidos de piezas con diseños ancestrales. Así se convirtió en la tejedora de líderes de culturas andinas, que acuden a ella cuando requieren prendas especiales para sus ceremonias. En su trayectoria, se encuentra también haber hecho piezas para presidentes de Bolivia, entre ellos Evo Morales, Jorge Quiroga y Hugo Banzer Suárez.
Según cuenta, hace más de 20 años, un arqueólogo que descubrió restos de la cultura tiwanacota en el desierto de Atacama, le obsequió un libro a su esposo con fotografías de piezas originales de la indumentaria andina, donde se podía ver diseños que datan de hace unos 1500 años.
Entre las imágenes había un gorro con puntas, sobre la cabeza de un sacerdote representado en cerámica. Se trata uno de los textiles más importantes en Tiwanaku, denominado Ch’uku. Actualmente, es utilizado por líderes comunales, místicos, sabios y personas que ostentan cargos jerárquicos.
El expresidente Evo Morales, por ejemplo, lució uno en su posesión, en 2006. La pieza con figuras abstractas, representa la cosmovisión y religiosidad andina, explica Delia.
“He hecho para Banzer (Hugo), en blanco y negro; luego hice para el Veltzé (Eduardo Rodríguez), para Tuto (Jorge)”, enumera mientras muestra fotografías de los aludidos.
Por su fama, al ser la única tejedora en Bolivia especializada en este tipo de piezas, entre sus clientes figuran mallkus (autoridades de comunidades), místicos, chamanes y meditadores, no solo de su región, sino de otras naciones andinas.
Lee también: Tiwanaku: el misterio de 19 cuerpos descuartizados en la cima de Akapana
Monolitos, achakanas, wipalas, la cara del sol, el ojo de wiracocha, el signo del cóndor, búhos, entre otros elementos se pueden observar en el sitio arqueológico y los museos del lugar. Todas esas figuras son representadas en gorros, chompas, manillas, cinturones, fajas y otras prendas. Estas piezas se pueden apreciar en su pequeño taller, ubicado al final de la avenida Manco Kapac, en el municipio de Tiahuanacu.
Hasta hace unos años, Delia elaboraba sus propios ovillos de lana a mano, como lo hacían sus ancestros pero debido a que el producto final resultaba más costoso, hoy utiliza lanas industriales de alpaca de distintas calidades, de acuerdo al pedido. Para la venta a los turistas, produce algunas piezas como manillas, chulos, chompas en lana sintética. “Esto es puma, esto es pescado, este es el signo de agua y tierra, siempre con la chacana (cruz andina) al centro”, dice.
La tejedora ha logrado imitar hasta en un 30 por ciento la trama de los diseños hallados de la cultura tiwanacota, según relata su hijo, el arqueólogo Luis Callisaya. No produce en serie, así que cada pieza es única y exclusiva.
Como labora a pedido, abre su taller solo a visitas programadas. Para contactarla, puede llamar al (591) 71973531.
Revista digital La Región N° 56 / Lee en línea o descarga en pdf
El artesano que inmortaliza piezas tiwanakotas
Desde hace 30 años, Néstor Ávalos transforma arcilla y piedras en réplicas exactas de piezas arqueológicas que fueron halladas en Tiwanaku. Ávalos dejó su trabajo como transportista para aprender el oficio familiar de su esposa y con el transcurrir del tiempo se convirtió en un artesano destacado. En su taller llamado “Chacha Condori”, comparte su tiempo entre la producción y la enseñanza, cuando algún lugareño o foráneo lo busca para aprender sus técnicas.
“Estas son artesanías decorativas, pero lo más importante es que son piezas inspiradas en el legado cultural tiwanakota, en objetos reales hallados en las excavaciones, en piezas del museo y en los objetos más representativos de nuestro Patrimonio de la Humanidad”, dice.
Este artesano hace las obras más grandes en su patio. Allí talla esculturas de monolitos, rostros, figuras zoomorfas como el Chacha Puma cargando un sapo y hasta la puerta del sol, en tamaños que superan el metro de alto. En su mayoría son pedidos especiales de quienes buscan llevar decoraciones representativas del sitio arqueológico a sus hogares.
En el interior de una habitación larga, construida con barro y techo traslucido, tiene cientos de objetos hechos en serie. En las paredes, los tablones de madera que hacen de repisas sostienen a tortugas, chasquis búhos, monolitos y cóndores, entre otros.
El trabajo empieza con la recolección del material en zonas cercanas al pueblo y termina con decenas de unidades similares. Si se trata de una obra nueva, analiza las fotos del artículo original para elaborar minuciosamente el molde; proceso que demanda unos dos días. Ya con ese material, produce hasta 60 piezas por día, de 10 a 15 diseños.
Durante la visita al taller, además de recuerdos, también se puede adquirir ceniceros, pipas, jarrones, alcancías, portalapiceros, floreros y otros. Se encuentran objetos desde Bs 2.
Para visitar “Chacha Condori” o para pedidos, se puede llamar al (591) 71977364.
………………..
Un pequeño Tiwanaku para pasar la noche
Elías Leonardini soñó con tener un pequeño Tiwanaku en su propiedad, un lugar donde la gente pueda conocer de cerca cómo vivían las familias de esa cultura andina hace miles de años. En 2018 concretó aquella ilusión con la construcción del Complejo Turístico Taypi Uta, lugar donde funciona un restaurante del mismo nombre.
Ubicado sobre la carretera, a la llegada al pueblo, lo primero que se aprecia en el lugar es una recreación del templo de Kalasaya, con un monolito al centro.
En una pampa extensa se distribuyen otras piezas que van dando forma a su pequeña ciudad a escala. Construidos con paja, barro y piedra, están el restaurante, un par de casas donde se brinda hospedaje, una especie de patio ceremonial con una estela sobre una cruz o chacana, además de la muestra de una pequeña casa ancestral.
Leonardini explica que el complejo turístico está en pleno desarrollo, pero desde hace tres años brindan hospedaje en las casas, que tienen capacidad para ocho personas. Cada una tiene una salita de estar, un patio, dos habitaciones con dos camas, cada una, y servicios básicos necesarios para una buena estadía. Toda la infraestructura tiene elementos decorativos alusivos a la iconografía tiwanacota, como Chacha pumas y cóndores. “Hemos sacado fotos a las reliquias arqueológicas, hemos estudiado, antes de diseñar cada una de las piezas”, explica.
Todo el complejo es en sí es un museo vivencial de esta cultura milenaria. También se puede participar de actividades ceremoniales para pedir favores a la Pachamama (diosa tierra) y los dioses andinos o solo para complementar la vivencia andina.
Uno de los atractivos del sitio es una pequeña habitación que recrea una vivienda tiwanacota antigua. Se trata de un ambiente con una cama construida en barro, una cocina del mismo material, ubicada detrás de la puerta, y un espacio pequeño para comer. En las paredes penden utensilios como mecheros y ollas, y prendas de vestir.
Esta recreación es custodiada por dos monolitos ubicados a los laterales de la puerta, como guardianes.
Elisa Leonardini, hija de Elías, anuncia que para el próximo año se instalará un centro de interpretación arqueológica, entre otras iniciativas.
En el restaurante, que por el momento solo funciona con reservas debido a la pandemia, la familia ofrece comida elaborada con alimentos del lugar. Su producto estrella es el apthapi, bufet andino que incluye papas, ocas y otros tubérculos producidos en la comunidad, acompañados con carnes de llama y pescados como el ispi.
El precio del hospedaje es de Bs 60 por persona e incluye el desayuno. Participar del apthapi puede costar Bs 50, por persona. También sirven otros platillos a la carta.
Por el momento, solo atienden con reserva. Puede contactarse al (591) 73582846.
Quesos europeos con leche tiwanaqueña
El paisaje andino en el cantón Achaca, a 4.000 metros de altura, es ahora un centro de producción de lácteos. En los patios de las casas de los habitantes se observa ganado vacuno, así como en extensas pampas que terminan a los pies de cerros que parecen sus custodios.
Wilfredo Marín, el dueño de esta planta, cuenta que desde hace muchos años su padre tenía ganado y su mamá producía queso fresco para el consumo familiar, como negocio a pequeña escala. En 2013, él decidió emprender en algo más grande y así forjó “Lácteos Tiwanaku”, una industria de quesos europeos elaborados con leche tiwanaqueña.
Con orgullo, este ingeniero muestra cómo fue aprendiendo de a poco. Aquí se elabora queso fresco tradicional y variedades europeas como gruyere, muzarella y brie con recetas que aprendió en el exterior pero que adaptó a las condiciones climáticas del altiplano.
En sociedad con el ingeniero zootecnista, Ronny Mamani, Marín se dedica a la producción agropecuaria desde la obtención de forraje, la producción de leche de vaca y cabra, su transformación en derivados lácteos, hasta su comercialización. “Hacemos toda la cadena productiva”, comenta.
La planta procesa unos 3.800 litros de leche en una jornada, convirtiéndolos en quesos, yogurt y helados. De esa cantidad, al menos el 90 por ciento de la materia prima es adquirida a productores locales, que cada día llegan con sus recipientes llenos, y pasan por un estricto control de calidad.
La comercialización de los quesos se realiza por dos vías: con distribuidores directos en La Paz y en puntos de venta en las “Jawitas mi Chulumani”. Para hacer su pedido, puede llamar al (591) 712531693.
Sabor andino entre réplicas tiwanacotas
La cultura, arquitectura y simbología de Tiwanaku se reflejan en los detalles del restaurante El Cóndor, que antes de la pandemia recibía hasta 70 comensales al día.
El cliente es recibido por una persona encargada de hacer cumplir los protocolos de bioseguridad, como la aplicación de alcohol en las manos y desinfección de las plantas de zapatos. En el interior, además de disfrutar de una sabrosa gastronomía andina, existe una pequeña muestra de los atractivos del destino.
En las paredes hay fotografías del sitio arqueológico, cuadros que evocan la cultura y artesanías de objetos representativos. En el patio se ha recreado el templo de Kalasasaya y réplicas de monolitos.
Actualmente se construye una terraza para contar con más espacio y garantizar el distanciamiento físico cuando el flujo turístico se normalice.
“Queremos que el cliente se sienta como en un patio tiwanakota, toda la arquitectura tiene réplicas del sitio para que la gente se pueda tomar fotos, tocar las piezas y disfrutar del ambiente”, menciona el arqueólogo Hugo Ávalos, propietario del lugar.
La encargada de preparar los alimentos desde hace diez años, es su esposa, Marisol Patty. Ella se especializó en la preparación de platillos tradicionales. “Cocinamos con productos del lugar. La papa, carne de llama, trucha del lago, la oca, quesos, leche, la mayoría de los insumos, provienen de productores locales”, dice.
“El Cóndor” fue uno de los primeros restaurantes del municipio en adaptar su servicio con las medidas de bioseguridad impuestas para contrarrestar la pandemia de la Covid 19. Si bien hoy en día tienen poca afluencia de gente, ellos están listos para recibir visitantes.
Lee también: Circuitos del sitio arqueológico Tiwanaku
Gastronomía nacional e internacional en pleno centro histórico
Desde hace 12 años el “Restaurante Real”, ubicado al lado de la iglesia del pueblo, en la plaza principal de Tiahuanacu, atiende al público con comida típica de Bolivia y platillos internacionales.
Los esposos Julio Román y Vidalia Limachi son los propietarios de este local que abre a las 8.00 y cierra a las 21.00. Mientras ella se encarga de preparar platillos, él se ofrece como anfitrión para brindar una gran experiencia a sus clientes.
El asado de llama y los preparados con quinua, como la sopa, son los más pedidos. También ofertan culinaria internacional y adecuada para personas veganas, por ejemplo.
“Vamos a ampliar la atención en el patio, para cumplir con el distanciamiento. Pero para que la gente disfrute más el lugar, construiremos un techo transparente con iluminación hacia el campanario de la iglesia con lo que habrá una linda vista”, dice Julio.
En este restaurante, se encuentra productos desde 10 bolivianos. Los platos a la carta, desde 30.
Un día con una familia tiahuanaqueña
Producir queso artesanal con sus propias manos, desde el ordeñe de la vaca hasta del desmontado del molde para disfrutar su sabor. Aprender a elaborar cerámica; aprender a teñir lana de oveja y hacer tejidos; aprender a cocinar en hornos hechos de tierra con técnicas ancestrales, son algunas de las experiencias que ofrece el Restaurant Ancestral en Turismo Comunitario “Walipini”, un proyecto de turismo vivencial, ubicado en la comunidad Chambi Chico de Tiahuanacu.
Janneth Huanca Calle y Luis Fernando Choque Pati, ambos licenciados en Turismo, llevan adelante este emprendimiento que busca mostrar cómo es el cotidiano vivir de los lugareños.
Su producto estrella es la huatia, una técnica de elaboración de alimentos que viene desde sus ancestros. Esto solo se puede hacer a partir del 3 de mayo, cuando arranca la época de cosecha de turbérculos. Con los terrones que quedan sueltos luego de sacar las papas, se arma una especie de iglú, una pequeña estructura semiesférica donde se encienden pedazos de carbón orgánico (bosta de vaca seca). Ya con la calda intensa, se introduce a este horno natural las papas, camotes, ocas y habas para su cocción. En unos 15 minutos, el producto está listo para servir.
Se acompaña con diferentes tipos de carne, a veces con asado de llama, otras de res o pescado; todo montado sobre el suelo en unos pullos, una especie de manta. Esto es un apthapi o bufet andino.
Una jornada, que incluye todas las actividades y los insumos, tiene un costo de 150 bolivianos para turistas extranjeros y 100 para nacionales. La visita se debe programar con anticipación llamando al (591) 65686033 o 77249572
Akapana, el primer hotel de Tiahuanacu
Hace tres años, Rosario Morales, hizo realidad un sueño de construir en su natal Tiahuanacu un hotel que brinde a los clientes todas las comodidades necesarias para una estadía de lujo. Considerando que este destino carecía de buenos hospedajes, la puesta en funcionamiento del hotel Akapana fue todo un suceso. Incluso fue el escenario de dos bodas al estilo andino entre turistas extranjeros.
El hospedaje tiene capacidad de 100 camas, en 33 habitaciones. Cuenta con un auditorio para 70 personas y un restaurante con un comedor para 300 personas. Pronto tendrá sauna y en el lugar hay salas de juegos para niños, y espacio suficiente como para pasear al aire libre.
El hotel se encuentra al lado del sitio arqueológico, sobre la avenida Manco Capac. Para reservas llamar al (591) 73545206.
….
Un observatorio astronómico para aprender sobre constelaciones andinas
Si el clima es favorable, es recomendable realizar esta actividad turística nocturna para apreciar constelaciones andinas, interpretadas por Manuel De La Torre, director del Complejo Astronómico Andino “Chakana”.
Previo a la experiencia, hay un recorrido por las salas de Astronomía Moderna y Arqueoastronomía. En el lugar se puede apreciar fotografías de las constelaciones mientras el experto realiza la interpretación de las mismas.
En la siguiente sala, hay una muestra temática de la historia de la navegación espacial. Allí también se exhibe telescopios, así como de naves espaciales a escala.
Antes de la pandemia, la visita a este sitio era una parada obligatoria de las operadoras que brindan recorridos nocturnos por el centro arqueológico. Ahora se lo puede hacer con una cita previa. Para consultas, llamar al (591) 73261926.
Senderismo en Quimsachata
Para los amantes de la aventura y la naturaleza, la ruta turística en Tiahuanacu incluye senderismo a la cima del cerro Quimsachata, ubicado a 11 kilómetros al sur del sitio arqueológico, a 4.709 metros sobre el nivel del mar.
Sixto Quispe, guía de arqueólogos e investigadores desde 2005, lleva adelante esta iniciativa para mostrar a los visitantes la riqueza en flora y fauna de la zona. “En el camino se pueden observar zorritos, vizcachas, aves y, con suerte, al gato andino”, comenta. Desde niño, él recorrió estos parajes y conoce las rutas como pocos. Por ello quiere aprovechar esa experiencia, para compartirla con los visitantes con alma aventurera.
Para consultas y reservas, llamar al (591) 73262767
Además…
- Dimensión Andean, ofrece visitas guiadas con una visión espiritual y tradicional a los templos ancestrales. Contactos: (591) 71903332
- Yujra Services, operadora de turismo. Contactos: (591) 72529669
- ADETUR Tiahuanacu: (591) 74010999
Aviturismo en Tiahuanacu
Un proyecto de turismo comunitario ofrece a los visitantes la oportunidad de avistar diferentes especies nativas y migrantes de estos animales, pero también conocer las costumbres de la gente del lugar. Está cera a Tiahuanacu, en La Paz. Leer más
¿Cómo financiamos nuestro trabajo?
Hacer periodismo independiente es un reto. Recorremos Bolivia gracias a los #AmigosdeLaRegión, una comunidad de gente como vos, que le gusta leernos, que sabe que juntos es posible un cambio. Una comunidad que con solo compartir nuestros contenidos ya nos ayuda a seguir en este camino. Pero también, hace pequeños aportes, mediante donaciones y suscripciones. Haz clic Aquí para saber cómo.