Thursday, March 28, 2024
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Recorridos rituales que cautivan

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Reportaje especial. Por Miriam Telma Jemio / La Región La Paz

“¡Hoy empieza la Feria de la Alasita en La Paz (Bolivia)! Celebremos que sus recorridos rituales fueron nombrados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, publicó la Unesco en su cuenta de Twitter, el pasado 24 de enero.
“Sí, a partir de este año, la feria de la Alasita es especial. Ya no es la misma. Ya no es de La Paz, ni de Bolivia. Ahora es del mundo”, responde Martha Quispe –una vendedora de humintas– cuando La Región le preguntó qué significaba ser patrimonio de la Humanidad.

El pasado 7 de diciembre, a través de Twitter, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) hizo conocer que los “recorridos rituales de la feria de la Alasita en La Paz” habían sido inscritos en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Esta denominación movilizó a autoridades culturales nacionales y municipales, así como a los artesanos, quienes ejecutaron actividades con el objetivo mejorar la versión 2018 de esta feria que se desarrolla actualmente en el Parque Urbano Central de la ciudad de La Paz desde el 24 de enero y que concluirá el próximo 25 de febrero.

Las miniaturas toman la ciudad

Los deseos que tienen los visitantes no solo son materiales, la fertilidad es un anhelo que se refleja en la alta demanda de bebés en miniatura, que incluyen su certificado de nacimiento.

Cada 24 de enero, desde tempranas horas, las vendedoras van copando algunas calles del centro paceño y de sus laderas. A partir de las 10:00, las aceras y esquinas de calles se llenan de miniaturas fabricadas por los artesanos.

El centro del poder, la plaza Murillo, al igual que la avenida Simón Bolívar, son cerradas al tráfico vehicular porque las calzadas se llenan de feriantes ocasionales, mientras la gente cargada de sueños individuales y familiares va comprando las miniaturas.

La Alasita hace prácticamente una toma de la ciudad, dice Andrés Zaratti, Secretario de Culturas de la alcaldía de La Paz. “Esta masiva movilización de la población es la característica fundamental. El 80% de la población se vuelca a las calles para adquirir a medio día los distintos artículos materiales y hasta sueños ligados al desarrollo individual o familiar”, explica la autoridad edil.

Las plazas de San Pedro, Murillo, Alonso de Mendoza, de la 21 de Calacoto, San Francisco, son las que más gente concentran porque allí están las iglesias católicas donde se hace bendecir las miniaturas. Casas, edificios, terrenos, vehículos, tiendas, material de construcción, víveres, electrodomésticos, bebés, títulos profesionales y de propiedad, certificados de salud y de trabajo, y todo lo que uno puede anhelar tener durante el año está a la venta.

Los billetes de todos los cortes en bolivianos, dólares y euros, son los más demandados por los compradores de sueños; al igual que las maletas llenas de dinero, tarjetas de débito y crédito, pasajes aéreos y visas.


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En los barrios, las vendedoras esporádicas se apostan cerca a los mercados, calles y avenidas más concurridas. “Prácticamente, la feria se desconcentró y los billetitos te venden –un poco más– en la puerta de tu casa. Ya no tienes que correr hasta la Camacho”, expresa sonriendo Carlos Flores, vecino de Pampahasi.

Ofelia Mamani tiene 75 años y recuerda que cuando era joven iba hasta la feria cuando era en San Pedro, en la Tejada Sorzano o en la avenida del Ejército. “Parecía que si no compraba de ahí mismo no se cumplirían mis anhelos. Pero no es así, lo importante es hacer ch’allar. Además, mi casera del pollo me vende (los billetes) con suerte”, puntualiza.

Todo esto sucede, mientras en el campo ferial ubicado en el Parque Urbano Central, entre las avenidas Simón Bolívar y del Ejército, se desarrolla el acto central de la inauguración de la Feria de la Alasita, la cual permanecerá por al menos tres semanas. Este año, el alcalde paceño Luis Revilla y el vicepresidente Álvaro García Linera, además de resaltar la importancia de la declaratoria de la Unesco, se comprometieron a construir el museo del Ekeko y la Alasita.


En la inauguración de la feria de la Alasita, el alcalde Revilla y el vicepresidente García Linera dejan de lado sus diferencias políticas. Foto: Vicepresidencia.

Los recorridos rituales de la Alasita, el Patrimonio de la Humanidad

El 7 de diciembre, mediante un tuit publicado por la Unesco, en Bolivia se conoció que los recorridos rituales en la ciudad de La Paz durante la Alasita fueron inscritos en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Para alcanzar esta denominación se formó un comité impulsor que, en 2015, presentó la documentación requerida ante la Unesco, la cual fue analizada y aprobada en 2017. Para Leonor Cuevas, directora de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Culturas, se trata de un reconocimiento importante. “Más de 180 países evaluaron y validaron la riqueza cultural”, expresa.

El comité, creado en 2008, estuvo conformado por miembros de los ministerios de Culturas y de Relaciones Exteriores, la Gobernación de La Paz y la alcaldía de La Paz, así como del Museo de Etnografía y Folclore, la Universidad Mayor de San Andrés, investigadores y académicos como Fernando Cajías y de la Federación Nacional de Artesanos y Expositores de Navidad y Alasita (Fenaena).

“Fueron ocho años de trabajo para el desarrollo del proyecto. Es un ejemplo de que cuando trabajamos de manera coordinada, en todos los niveles del Estado junto a la sociedad civil, se pueden conseguir grandes cosas”, afirma Zaratti.

Por su parte, Cuevas puntualizó que la particularidad de esta declaratoria son los recorridos. “El del 24 de enero es el más importante. Hay un despliegue urbano que se tienen que cerrar las calles. Desde las 10 de la mañana hasta la 12:00, uno va comprando lo que realmente necesita materializar ese año. Hay reciprocidad porque también se compra para regalar, se comparte”, señala.

La argumentación de Bolivia está publicada en la página web de la Unesco

“Los participantes en los recorridos rituales (…) buscan y adquieren figuritas de la buena suerte vinculadas al culto de Ekeko, deidad aimara de la abundancia (…). Consagradas luego por ritualistas andinos o bendecidas por sacerdotes católicos, esas figuritas cobran así un nuevo significado para quienes han depositado su fe en ellas a fin de convertir sus deseos en realidad.

Los participantes en la feria también intercambian figuritas para satisfacer simbólicamente sus deudas. La comunidad de practicantes y depositarios de esta tradición cultural abarca un número considerable de partes interesadas, y los habitantes de la capital boliviana participan ampliamente en su celebración, sea cual sea su condición social.

Este elemento del patrimonio cultural fomenta la cohesión social, se transmite de generación en generación y estrecha las relaciones familiares. (…). Las prácticas de la Alasita se transmiten naturalmente en el seno de las familias, ya que los niños acompañan a sus padres en los recorridos rituales. Los esfuerzos realizados para salvaguardar este elemento han sido constantes y han dependido principalmente de la sociedad civil. (…)”.

Con esta designación se visibiliza el circuito que realiza la gente de manera individual o colectiva, con la familia o los amigos. “La designación busca mostrar lo que sucede el 24 de enero, lo cual es único”, remarca Zaratti.

El recorrido empieza con la elección priorizada de las miniaturas –de los deseos y sueños que se tienen para lo largo del año–, pasa a la ch´alla (rito andino que incluye una rociada con alcohol o vino, pétalos de flores y oraciones que mezclan tradiciones prehispánicas y católicas) y sahumerio de los yatiris, luego a la bendición que reciben en las iglesias. Finalmente, el intercambio de miniaturas como los billetitos; por ejemplo, algunas personas pagan sus deudas, otras hacen firmar sus certificados de trabajo, títulos, entre otros.

Después del día de la inauguración, el 24 de enero, el recorrido puede comenzar en cualquiera de las secciones. Cada visitante elegirá dónde comenzar y dónde terminar. “Algunos van solo por las plantas, otros por las canchitas. Cada persona marca su propio recorrido”, expresa Cuevas.

La Dirección de Turismo de la alcaldía paceña ofrece un tour con guía con un recorrido de la feria que dura entre una a dos horas.

El cerco indígena a La Paz reaviva a la Alasita

Su origen ancestral está ligado a una práctica milenaria del mundo andino, pero adquiere una peculiaridad a partir del cerco a la ciudad de La Paz, realizado por el caudillo indígena Túpac Katari en 1781.

Antiguamente, los indígenas de diversas etnias recreaban el intercambio de miniaturas durante el solsticio de verano (21 de diciembre). Durante la colonia, esta práctica quedó oculta porque era considerada pagana. Sin embargo, después del cerco se la retomó no solo por los indígenas sino también por criollos y mestizos.

En el Museo Nacional de Arqueología (Munarq), ubicado en la sede de Gobierno, un texto señala: Según la leyenda, los campesinos Isidro Choquewanca y Paula Tintaya fueron separados por el patrón español Francisco Rojas. El encomendero decidió trasladar a Paula a la ciudad para que atendiera a su hija Josefa Úrsula de Rojas Foronda, esposa del gobernador Sebastián de Segurola Marchain. Durante el cerco, Paula y la hija del español se refugiaron en un pequeño cuarto, custodiado por un Ekeko. La empleada guardaba maíz tostado, k´ispiña y charque de llama, provisiones que le eran enviadas por su enamorado Isidro.

Al retornar de la batalla, Segurola mediante una ordenanza en 1783 dispuso el cambio de la fiesta del Ekeko de diciembre al 24 de enero, fiesta de la virgen Nuestra Señora de La Paz, para festejar la victoria española. Antonio Díaz Villamil relata que Segurola, agradecido por la provisión de alimentos, hizo que Isidro Choquewanca fabricara un idolillo con los rasgos de Francisco de Rojas, su suegro, con una carga de alimentos en sus manos y espaldas”.

Y desde entonces, la feria fue creciendo y adquiriendo mayor popularidad. Antes de estar en el Parque Urbano Central, pasó por diferentes zonas como la plaza Murillo, la plaza de San Pedro, las avenidas Montes, Perú y Tejada Sorzano, la zona de la exfábrica Said y la actual terminal de buses.

En su intervención, Zaratti remarca que, a finales del siglo pasado, la festividad se movilizó a otras regiones del país, promovida por los residentes paceños, y luego a nivel internacional. “Hay relatos y testimonios de muchas artesanas que afirman que en la década del 70 motivaron y promovieron esta festividad en Puno, donde adquirió una gran relevancia la fiesta de la Alasita”, dice. La feria se replica por residentes bolivianos en ciudades como Virginia (EE.UU), Madrid (España), San Pablo (Brasil), Bueno Aires (Argentina), Puno (Perú) y este año también en Alemania.


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La illa de Tiahuanaco, la ekeka

La illa recuperada del Museo de Berna (Suiza) en 2014

El empleo de miniaturas tiene larga data en el mundo andino. Una muestra prehispánica y de la actual feria de la Alasita es expuesta, hasta el 23 de marzo, en el Museo Nacional de Arqueología, ubicado en la calle Federico Suazo.

Bajo el título de “Miniaturas Prehispánicas: El origen de las Alasitas”, la muestra consta de elementos en su tamaño normal y su análogo en miniatura que corresponden, principalmente, a los incas y a Tiahuanaco (Tiwanaku). Entre ellos, destaca la illa recuperada del Museo de Berna (Suiza) en 2014. “Fue creada entre los años 200 a.C. y 200 d.C. y, según las investigaciones, fue robada de Tiwanaku en 1858, cuando los indígenas todavía le rendían culto”, explica David Trigo, responsable del Munarq.

Se entiende a una illa como un ídolo portable y de uso doméstico que los indígenas utilizaban en tiempos prehispánicos y coloniales. Según un texto de la Munarq, se conoce que en 1560, en tiempo de la colonia española, Juan de San Pedro observó e informó sobre los ritos de los indígenas: “tienen dentro su casa otra guaca o ídolo llamado Illa, si hallan alguna piedra lo guardan muy bien y la adoran”.

Para Trigo, las illas simbolizaban los sueños de sus creadores y las ofrendaban con la esperanza de que se hagan realidad. La práctica se remonta aproximadamente al año 2.500 a.C. cuando las culturas como Wankarani ya creaban las primeras vasijas en miniatura en los Andes Centro-Sur.

La aparición de este tipo de elementos en miniatura continuó en culturas como Tiwanaku donde se creó sus ofrendas rogativas para la abundancia moldeadas en forma de vasijas en miniatura. Eso se puede evidenciar en la isla Pariti del lago Titicaca, explica el responsable de la Munarq.

Según una investigación del arqueólogo Carlos Ponce Sanjinés conocida en 1969, un poblador de Tiwanaku tenía guardada la illa y le atribuía que podía develar el paradero de los objetos robados y al ladrón si se le prendía una vela los viernes, por los cual se le denominaba el “santo de los ladrones”.

En 1858, cuando el explorador suizo Johann Jakob Von Tschui conoció las particularidades de la illa pretendió comprarla, pero los indígenas rechazaron la oferta. Fue entonces, que los embriagó y se llevó la pieza de Tiwanaku, la cual acabó en el Museo de Berna en Suiza.

Según la Munarq, para algunos arqueólogos que cooperaron en su repatriación, la Illa muestra características femeninas de una deidad perteneciente a una de las culturas de la cuenca del Titicaca de los años 200 a.C. al 200 d.C. que se ha considerado como una “proto-Pachamama”.

El desafío de mantener el patrimonio

Foto: GAMLP

Ser Patrimonio de la Humanidad es una gran responsabilidad, coinciden en señalar las autoridades. Tras la declaratoria, el ministerio de Culturas y la alcaldía de La Paz realizaron una serie de acciones con el propósito de ejecutar el Plan de Salvaguarda del Patrimonio.

La instancia edil mejoró el campo ferial Bicentenario del Parque Urbano Central. Si bien cada año se realiza el mantenimiento, esta vez se mejoraron las jardineras, los servicios higiénicos, el manejo de los residuos sólidos, se amplió la plataforma del monumento del dios de la fortuna, se pintaron rejas, muros y se colocaron rampas para las personas con discapacidad, detalla Zaratti.

Se fortaleció la Intendencia, la Dirección de Mercados y la Guardia Municipal para que realicen los operativos de control en coordinación con los dirigentes de los expositores para evitar que haya producto que no tenga relación directa con la Alasita. “Hay un gran despliegue de paneles informativos para que la población conozca la importancia de la Alasita, para que cada ciudadano se convierta en custodio de esta festividad”, remarca.

Una de las primeras tareas que realizaron en el ministerio de Culturas fue conocer, a través de la Cancillería, cómo se desarrolló la feria de la Alasita en países como Venezuela, Cuba, Colombia, España, Estados Unidos y Alemania.

Según Cueva [o Cuevas], a través de la oficina Promueve Bolivia, del Ministerio de Desarrollo Productivo, realizaron una campaña de sensibilización para que todos los productos que los artesanos cuenten con la “Marca Bolivia”, para evitar que se comercialicen productos peruanos o chinos.

Varias entidades del Estado repartieron miniaturas de su rubro; por ejemplo, el Teleférico hizo cabinas, la Agencia Nacional de Hidrocarburos sacó pequeñas garrafas y la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero, certificados.

La Directora Nacional de Patrimonio Intangible remarcó que el Comité de Salvaguardia tiene una gran responsabilidad en la ejecución del Plan que establece, por ejemplo, el registro del seguimiento a la actividad de la feria de la Alasita.

El Comité de Salvaguarda está conformado por el Ministerio de Culturas, la Alcaldía de La Paz, la Gobernación, la Fenaena y el investigador Fernando Cajías.
Foto: GAMLP

Registro de los recorridos rituales

Los miembros del Comité de Salvaguardia son los responsables de realizar este trabajo. Este año el Ministerio de Culturas intervino en tres zonas de la ciudad el 24 de enero. “Desde 2009, cada año hacemos el registro de las Alasitas. Queremos ver el cambio, qué tipo de innovaciones se hacen”, explica Marianela Tarifa, técnico de Catalogación de la Unidad de Patrimonio Inmaterial del ministerio de Cultura.
Junto al antropólogo Richard Mújica, Tarifa trabajó este año en la plaza Alonso de Mendoza, observando los objetos que se venden, cómo se hace la bendición en la iglesia, el ritual de la ch´alla, si la gente lo hace con fe. A la par, realizaron entrevistas a la gente para conocer, por ejemplo, si vieron innovaciones, qué compran y si conocen del nombramiento como patrimonio, entre otros temas. Todo el registro de fotografías, descripciones y reportes se pasa a una base de datos para sistematizar toda esa información.

Después de comprar las miniaturas se procede al Sahomerio, un servicio que se ofrece durante el recorrido.

Según Tarifa, cada año observa que los artesanos innovan, por ejemplo, con los edificios, las alcancías de emoticones, las gallinas multicolores y con brillos. Pero también registró que aún hay autos chinos, de colección, que no son artesanales.
“La fiesta cambia, tiene innovaciones. Siempre hay algo que se diferencia del año anterior. Registramos los cambios y lo que se mantiene como, por ejemplo, el Ekeko, las ollitas de barro, o los soldaditos de plomo”, describe Tarifa.

Las miniaturas nacen de las hábiles manos de miles de artesanos
Este año, en el campo ferial Bicentenario, exponen más 4.700 artesanos en 66 distintos sectores, entre ellos, miniaturas, juegos, gastronomía y plantas. Todos se comprometieron a controlar y evitar que se vendan objetos que no tienen que ver con la esencia de la tradicional feria de la miniatura.
“Este nombramiento es una responsabilidad para nosotros. Los artesanos de todos los rubros se han esmerado sacando novedades en diferentes sectores. Sabemos que ahora es para todo el mundo, eso nos incentiva a mostrar lo mejor de nuestra artesanía”, asegura a La Región, Silverio Mayta, secretario de Organizaciones de Fenaena.
Mayta dice que su sector está agradecido porque ahora cuentan con un campo ferial y porque pronto construirán, con el apoyo de la alcaldía y el gobierno, su sede donde estará el “mejor museo de Bolivia” dedicado a la Alasita y el Ekeko.
Los feriantes manifestaron su satisfacción porque ahora la illa (Ekeko Tuno) está en medio del campo ferial. Este año fue trasladado por la Alcaldía como parte de las mejoras.

Según el Secretario de Culturas del municipio paceño, este año se generaron más incentivos para los artesanos, se mejoraron los concursos, los cursos de capacitación, se destacaron las novedades de las artesanías y otras actividades como la Ch’iti Feria, donde los hijos de los feriantes exponen y venden las miniaturas.

Para Mayta, la Ch’iti Feria es un incentivo para los niños, pero además, se quiere inculcar la importancia de la feria. Asegura que la pequeña feria fue incluida en la carpeta que se presentó a la Unesco.

Estamos esperando que venga la población a disfrutar de esta maravilla de feria de miniaturas, donde también hay comida, juegos y diversión, afirma Mayta. El cierre de la Alasita será el 25 de febrero.

La Ch’iti Feria se inauguró el sábado 4 de febrero con la participación de más de 15 niños. Foto: Miriam Jemio

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Firma-Doly Leytón

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