Thursday, November 7, 2024
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9 paradas en el Museo de Orinoca

El Museo de la Revolución Democrática y Cultural repasa la historia de Bolivia desde la mirada indígena. La obra se construyó hace un año con una inversión de 50 millones de bolivianos. El costo de entrada para turistas nacionales es de  15 bolivianos y 70 para extranjeros.

Texto: La Región / Fotografías: Patricio Crooker

La casa donde nació el presidente Evo Morales tiene las ventanas selladas y la puerta cerrada con un candado. Foto: Patricio Crooker
La casa donde nació el presidente Evo Morales tiene las ventanas selladas y la puerta cerrada con un candado. Foto: Patricio Crooker

Cuando el presidente nació en una casa de adobe y paja de Isallavi, una comunidad a diez minutos en auto de Orinoca, los campesinos solían tardar varios días en llegar a Oruro con sus cosechas. Hoy, la carretera es asfaltada, el trayecto dura alrededor de tres horas y el Museo de la Revolución Democrática y Cultural es una puerta abierta a las raíces indígenas de un país que se enorgullece de ellas y un espacio que nos recuerda permanentemente que nos hallamos en los dominios de Evo. La Región estuvo allí y resumió su visita en nueve momentos que nos permiten viajar del presente al pasado y viceversa, a través de los rituales, las costumbres, la política, la vestimenta y la música.

1 Nuestros ancestros

 

Las maquetas del bloque Puma del museo nos animan a descubrir cómo vivían nuestros antepasados y las herramientas que utilizaban cuando no había hitos fronterizos. Un panel interactivo nos muestra las constelaciones andinas: el zorro (atoq), la serpiente (machacuay), el sapo (hampatu). Y una línea del tiempo hace un repaso de las culturas que habitaron los valles, el Altiplano y las tierras bajas.

Esta sala está llena de maquetas que muestran cómo sobrevivían nuestros ancestros. Foto: Patricio Crooker ©
Esta sala está llena de maquetas que muestran cómo sobrevivían nuestros ancestros. Foto: Patricio Crooker ©

2

 Reproducciones

Viajar a Orinoca es hacerlo también a otras regiones de Bolivia. En el Museo de la Revolución Democrática y Cultural, hay una réplica de las cabezas clavas del famoso templete semisubteráneo de Tiwanaku. Hay un mural de diez metros de longitud con una escena del Juicio Final de la iglesia altiplánica de Curahuara de Carangas. Y también, una copia a tamaño natural de uno de los los chullpares para honrar a los difuntos que se contruyeron en las inmediaciones del río Lauca.

Artesanía hecha con la totora que crece en las orillas del lago Titicaca. Foto: Patricio Crooker ©
Artesanía hecha con la totora que crece en las orillas del lago Titicaca. Foto: Patricio Crooker ©

3

 Ritualidad

Algunas instalaciones nos permiten sumergirnos en las tradiciones y la espiritualidad indígena. Una de ellas muestra una apacheta, es decir, uno de los montículos de piedra que aún se usan en algunos puntos elevados de nuestra geografía para entrar en contacto con las divinidades vinculadas a la Madre Tierra. Dentro de una cueva artificial, nos topamos con el Tío, amo y señor de las profundidades. Y en una de las salas hay una colección de bastones de mando, símbolo de autoridad en el campo.

El chachapuma es una figura que representa a los guerreros tiwanakotas. Foto: Patricio Crooker ©
El chachapuma es una figura que representa a los guerreros tiwanakotas. Foto: Patricio Crooker ©

4

Dominación española

No se entiende la Bolivia actual sin hacer un análisis de la conquista española y sus consencuencias. Los dibujos del cronista de origen quechua Felipe Guamán Poma de Ayala que se exhiben en una de las salas son un buen resumen del día a día de los indígenas tras la invasión extranjera. Un panel informativo hace énfasis en uno de los objetivos de los conquistadores: la extirpación de idolatrías. Y otro da cuenta del valiosísimo legado musical de las misiones jesuíticas.

Los dibujos de Felipe Guamán Poma de Ayala nos permiten conocer las particularidades de las vida de los indígenas en la época de la conquista. Foto: Patricio Crooker ©
Los dibujos de Felipe Guamán Poma de Ayala nos permiten conocer las particularidades de las vida de los indígenas en la época de la conquista. Foto: Patricio Crooker ©

5

Rebeldía Indígena

Los protagonistas indiscutibles del recinto son los líderes indígenas y las luchas que han encabezado en los últimos siglos. Llama la atención la espectacular puesta en escena de un cómic en blanco y negro que enumera las hazañas de los indígenas rebeldes que se enfrentaron a los españoles hace más de 200 años. Una pared con titulares de prensa nos recuerda las protestas de los movimientos sociales para hacer frente a los abusos de los gobiernos de turno. Hay varios guiños al “proceso de cambio” y sus resultados, y una mirada más complaciente que crítica.

De fondo, un cómic de los años 70 que repasa la vida de Túpac Katari. Foto: Patricio Crooker ©
De fondo, un cómic de los años 70 que repasa la vida de Túpac Katari. Foto: Patricio Crooker ©

6

LA FIESTA

El museo está impregnado del espíritu festivo que caracteriza a los bolivianos. En sus salas, hay trajes y tocados típicos. Hay invitaciones a prestes. Hay una esquina decorada por Freddy Mamani, uno de los impulsores de la nueva y colorida arquitectura andina. Hay un rincón que se centra en la feria de miniaturas de Alasita. Hay máscaras del oriente e instrumentos músicales para la época de lluvia y para la época seca. Y también, un espacio dedicado a la gran “fiesta” del siglo XXI: al fútbol.

Freddy Mamani, uno de los impulsores de la nueva arquitectura andina, decoró una de las salas del recinto. Foto: Patricio Crooker ©
Freddy Mamani, uno de los impulsores de la nueva arquitectura andina, decoró una de las salas del recinto.
Foto: Patricio Crooker ©

Un panel interactivo nos permite conocer algunas constelaciones andinas: el zorro (atoq), la serpiente (machacuay) y el sapo (hampatu), por ejemplo.

7

Omnipresente Evo

El lugar está regado de detalles que nos recuerdan que nos hallamos en la tierra natal del presidente. Una de las salas del museo exhibe su trompeta, las abarcas que supuestamente usó cuando era niño, su radiecita y la chompa a rayas con la que solía viajar a otros países. Hay un busto, una estatua, fotografías y varios cuadros —uno de ellos, hecho con quinua— que muestran a Evo en diferentes momentos y poses, y varios audovisuales que reproducen algunos de sus discursos.

En una de las paredes del museo hay poleras de equipos de fútbol. Foto: Patricio Crooker ©
En una de las paredes del museo hay poleras de equipos de fútbol. Foto: Patricio Crooker ©

8

Regalos del extranjero

Un mapa gigante en la parte final del recorrido identifica los países de donde provienen los regalos que ha recibido el presidente Evo. Entre ellos, Canadá, El Salvador, Surinam, Uruguay, Chile, Argentina, Estados Unidos, Guatemala, Argelia, Ghana, Rusia, España, Irán, India, Fiji y Trinidad y Tobago. Entre los obsequios, hay matrioskas de Rusia, un sombrero de paja de Marruecos, platos de metal y de madera, tótems, un juego de ajedrez turco, un baúl de cuero de Venezuela y un poemario chino. Un panel informativo dice: “El acto de regalar es inherente a la condición humana. Los regalos afianzan los lazos de amistad y parentesco”.

Foto: Museo de Orinoca
Foto: Museo de Orinoca

9

EL PUEBLO

En Orinoca, casi todo el mundo tiene algún recuerdo relacionado con el presidente Evo: “su plato favorito es el maíz tostado con charque”, me dijo uno de los guías del museo un viernes al mediodía. “No le gustaba perder cuando jugaba al fútbol”, me diría un día después una autoridad originaria en la plaza del pueblo. “Era un buen estudiante en el colegio”, me dijo un señor bien abrigado en una tienda de abarrotes mientras atendía a su clientela. Un cartel al borde del camino que lleva hasta el pueblo dice: “Aquí nació Evo Morales Ayma”. La casa donde creció está cerrada, pero nos permite imaginar los días en que el presidente se dedicaba a pastorear llamas.

Algunos niños juegan con una pelota en una calle polvorienta de Orinoca. Foto: Patricio Crooker ©
Algunos niños juegan con una pelota en una calle polvorienta de Orinoca. Foto: Patricio Crooker ©

GPS

 

 

Vista aérea del Museo de la Revolución Democrática y Cultural. Foto: Patricio Crooker ©
Vista aérea del Museo de la Revolución Democrática y Cultural. Foto: Patricio Crooker ©

Cómo llegar: Hay vehículos de transporte público que parten desde el mercado Avaroa de la ciudad de Oruro sin horario fijo.

Recorrido: El bloque Puma se centra en las culturas prehispánicas y la lucha indígena. El bloque Llama tiene tres ejes: la ritualidad, la fiesta y la diplomacia de los pueblos. Y el bloque Quirquincho es un banco de recursos multimedia y un espacio interactivo.

Horarios: La atención es de 9:00 a 17:00, de martes a domingo.

Costo de entrada:  Turistas nacionales, 15 bolivianos y 70 para extranjeros.  El ingreso para adultos mayores es libre al igual que para estudiantes.

Web: museorinoca.org

El pueblo de Orinoca se encuentra a 185 km al sur de la ciudad de Oruro, en el municipio de Andamarca de la provincia de Sud Carangas. Para ir por cuenta propia ver el mapa:

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