Por Miriam Telma Jemio / La Paz
Glaciares, peces, chagas y litio son algunos de los temas de las investigaciones científicas trabajadas en el último medio siglo por el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) en Bolivia, en alianza con universidades y otras instituciones bolivianas.
Cuando el IRD llegó a Bolivia, en 1968 bajo el nombre de ORSTOM, le interesaba investigar el campo de la geología, conocer la historia de Los Andes. Con ese objetivo, los geólogos franceses iniciaron su trabajo con sus pares de Geobol, contó Sebastien Hardy, representante del IRD en Bolivia.
Dos años después, comenzaron a trabajar con el gobierno boliviano, aunque sus socios científicos más antiguos, aún vigentes, son la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) en los campos de la hidrología y climatología, principalmente.
En agosto 1969, firmaron el primer convenio de colaboración con la UMSA para desarrollar investigaciones que iban desde la tectónica de la cordillera oriental, hasta estudios paleontológicos y sedimentológicos. Producto de ello son el primer Mapa tectónico de Bolivia, el Mapa estructural de los Andes y la Geología de los Andes bolivianos.
Un momento importante de esa colaboración fue la publicación de la primera descripción del yacimiento de litio del Salar de Uyuni, a fines de los años 70, que recobró actualidad ahora que el país tiene proyectos de proyectos de industrialización de industrialización.
En la década de los 80, llegamos a contar con 30 investigadores de IRD en Bolivia, trabajando en hidrología (IHH), climatología (SENAMHI), agronomía, salud y ciencias sociales como economía y antropología. En ese tiempo, también realizaron investigaciones de descripción de la biología de peces y de limnología, describieron la fauna acuática del lago Titicaca y emprendieron trabajos fundadores en la cuenca Amazónica.
En medio siglo, el trabajo del IRD ha sido ampuloso en el campo de la investigación, aunque Hardy prefiere proyectarse en los próximos 50 años: Ver “¿qué vamos a hacer?, remarcó. Todas las actividades de su aniversario tiene esa orientación.
Uno de los proyectos que actualmente ejecutan con el Senamhi es el levantamiento de datos de hidrología en la Amazonía boliviana. Dos veces al año, ingresan en vehículo hasta la zona, porque no cuentan con la tecnología que les permitiría hacer una descarga remota de datos.
El estudio de los glaciares es uno de sus campos de investigación de más larga duración y más visibilizados. Uno de sus últimos proyectos fue el traslado de dos bloques de hielo del Illimani hasta Francia para su investigación.
En 2017, en el marco del proyecto mundial ICE Memory, se hizo la perforación de dos testigos de hielo de 137 y 134 metros (algo más de 3 toneladas de hielo) en el Illimani y luego fueron traslados hasta Francia. Ahora están almacenados en el Instituto de Geociencias del Medio Ambiente (IGE), en Grenoble (al sur de Francia).
Uno será estudiado en ese instituto con el fin de rastrear hasta 18000 años de archivos climáticos y ambientales. El segundo testigo servirá de apoyo a la primera testigoteca mundial de archivos de hielo procedentes de los glaciares amenazados por el calentamiento global, que se construirá en la base Concordia en la Antártida, a partir del año 2020.
Los investigadores franceses y sus pares bolivianos estudian los glaciares (de diferente tamaño y altura) del Valle de Zongo, desde hace años, para conocer la reacción de los mismos al cambio climático. “Por ahora, solo conocemos la superficie de los glaciares, no el espesor. Necesitamos aparatos para hacer mediaciones manuales y el acceso es difícil”, explicó.
La tecnología que ahora existe es costosa y no confiable, por esa razón no podemos decir con certeza, como quieren algunas instituciones, qué cantidad de agua tendremos disponible a futuro. “Estamos trabajando en eso pero no es fácil. La ciencia es una reto de cada día”, puntualizó Hardy.
Participan en el programa regional que compara el comportamiento de los glaciares de Perú, Ecuador y Bolivia. La desaparición de los heleros es un proceso normal en la Tierra, pero por acción del humano “están desapareciendo más rápido de lo que deberían”, aseguró.
La misión del IRD es hacer investigaciones para Francia con la colaboración de los bolivianos, quienes aportan a entender la dinámica del clima en el mundo. La estación de Chacaltaya de la UMSA forma parte del programa sobre el clima. Allí trabajan en proyecto “Vigilancia de la Atmósfera Global” (Global Atmosphere Watch – GAW, que es parte de la Organización Mundial de Meteorología) para obtener información sobre el efecto de los gases de la atmósfera sobre el cambio climático, así como el impacto de los aerosoles o cenizas de los chaqueos sobre los glaciares bolivianos.
El monitoreo del lago Titicaca es uno de los últimas investigaciones emprendidas por el IRD. Este año instalarán una estación de monitoreo continuo en el lago. Para este proyecto están asociados con la UMSA, la Autoridad Binacional del Lago Titicaca y el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, porque se estudiará la calidad de la cuenca Katari.
Un programa importante, que lleva al menos dos décadas, es el estudio de la enfermedad de chagas y su efecto en la población. Está centralizado en Cochabamba e inició una nueva fase en 2017. En Santa Cruz trabajan con la Universidad Mayor Gabriel René Moreno en la investigación de la ictofauna de la Amazonía y en la piscicultura. Son varios aspectos que se quieren conocer como su desplazamiento, el impacto de las represas en su hábitat, dice.
La capacitación a través de la investigación es otro actividad importante que permite a los investigadores bolivianos aprender nuevas tecnologías y a los estudiantes realizar maestrías y doctorados en Francia, destaca Hardy.
Para celebrar sus 50 años en Bolivia, tienen una variedad de actividades planificadas durante toda la gestión. El representante del IRD en Bolivia señala que también organizarán eventos abiertos destinados a dialogar con la población de manera sencilla. En junio, realizarán uno sobre el lago Titicaca en La Paz y, en noviembre, otro sobre el chagas en Cochabamba.
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