Doly Leytón Arnez
Un majadito de gallina criolla fue uno de los platos que Juana Guasase preparó para compartir con los primeros visitantes que recibió en su tapera (casa) de la comunidad chiquitana de Santa Rita. Hoy, una década después de aquella experiencia, aún recuerda la incertidumbre y miedo que sintió ante la respuesta que recibiría de sus “hijos”: un grupo de estudiantes norteamericanos de un programa global de intercambio, quienes llegaron a su hogar, como parte de una experiencia de turismo vivencial.
De piel morena, ojos risueños achinados y larga cabellera negra, esta pequeña mujer es una de las anfitrionas de este proyecto. Actualmente los jóvenes se quedan tres días, tiempo en el cual se unen a la rutina de la familia: tejer, teñir, extraer materia prima del bosque, cosechar yuca, plátano, maíz, machacar arroz y cocinar, entre otras actividades.
En Santa Rita, distante a 10 kilómetros de Concepción, las mujeres tejen prendas con hilos de algodón, gracias a técnicas ancestrales recuperadas por iniciativa de Guadalupe Antelo, nacida en la capital de la provincia Ñuflo de Chávez. En las viviendas de siete mujeres, que se unieron a este proyecto, hay telares construidos en madera, donde instalan largas hebras, previamente teñidas con semillas de urucú, cáscaras de añil u otros productos naturales. Sus ocasionales huéspedes, hombres y mujeres, se involucran entusiastas en esta actividad, porque todo esto les parece algo nunca antes visto.
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“Doña Lupe”, como la conocen en el lugar, explica que el programa funciona dos veces al año. Grupos de hasta 20 jóvenes son entregados a sus madres chiquitanas, quienes cumplen ese rol de tal manera, que cuando los “hijos” deben marcharse, suele haber lágrimas de por medio.
Cada familia anfitriona recibe una remuneración económica, pero lo más importante es el incentivo por conservar el legado cultural y la forma de vida, el principal atractivo para sus visitantes.
Después de 10 años del programa de intercambio de la Escuela de Formación Internacional (SIT, por sus siglas en inglés), ahora la comunidad de Santa Rita anuncia su intención de abrir esta experiencia a turistas interesados en ser parte de una familia chiquitana por algunos días.
Actualmente brindan un servicio que puede durar entre medio día y una jornada. Los visitantes son recibidos con la música tradicional al son de tamboritas, aprenden a tejer y disfrutan de la gastronomía local, así como de un café típico, con masas tradicionales como cuñapés y pan de arroz recién horneados.
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Un lugar para disfrutar
¿Cómo llegar a Concepción?
Los buses, para viajar en transporte público, parten del sector interprovincial de la Terminal Bimodal y son seis horas de viaje. El precio del pasaje es de Bs. 40 (puede variar según la temporada). Si va en vehículo particular, debe tomar la ruta por Pailón, hacia San Julián.
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