El “Primer Festival de Música y Arte para la Conservación” de la naturaleza y cultura de Santiago de Chiquitos reunió a un grupo de talentosos artistas bolivianos y extranjeros de diferentes disciplinas que plasmaron la esencia de este evento en obras de arte que quedaron en el pueblo para el deleite de los visitantes. La música chiquitana interpretada por niños, jóvenes y adultos del lugar marcó el evento.
Doly Leytón Arnez
La magia que envuelve a Santiago de Chiquitos va más allá de la singularidad propia que marca a cada pueblo de las misiones jesuíticas de Santa Cruz, tanto por su riqueza cultural e histórica como por la naturaleza que lo encierra.
Anclado en el área protegida municipal Tucabaca, sus inmensas serranías son fuente generadora de vida porque entre sus entrañas destila un líquido vital, que captura de la atmosfera, que es devuelto a la superficie gota a gota a través de filtraciones que se convierten en pequeñas vertientes que dan vida a los riachuelos que alimentan a cada uno de los doce ríos de la zona; formando así majestuosos paisajes con caídas de agua e incluso el río de aguas termales más extenso de Latinoamérica, con 5 km de largo. Agua, el elemento vital por el que la conservación de esta zona es esencial.
La magia de Santiago de Chiquitos invita a crear
Es por este motivo, y la inquietud de promover la conservación de la riqueza cultural de Santiago, que un grupo de artistas fue convocado a participar del Primer Festival de Música y Arte para la Conservación, promovido por el artista plástico Leoni Manrique y el biólogo y fotógrafo de naturaleza Steffen Reichle. El evento se desarrolló del 15 al 18 de enero.
¡En Santiago se respiró arte!
Tras unas seis horas de viaje, la comitiva que partió desde Santa Cruz, punto de encuentro de los artistas que llegaron desde diversos departamentos de Bolivia y de la prensa invitada, se llegó a la última misión jesuítica del departamento: Santiago de Chiquitos. Sin más tiempo que el necesario para dejar el equipaje en el lugar de hospedaje, el grupo se dirigió a la Plaza del pueblo donde se advertía la presencia de autoridades y vecinos acompañados por niños vestidos con ropas típicas, de que dieron una cálida bienvenida.
Sin duda alguna, lo que parecía un protocolo común se convirtió en un momento especial de inspiración para los artistas ya que los niños al son de las flautas y tamboritas interpretaron el “Canto Chiquitano”, una pieza musical que, según la historia, era exclusiva para el recibimiento de las autoridades del Cabildo santiagueño. Dirigidos por la profesora Filomena Vargas, los pequeños siguieron el recibimiento con una danza alusiva a la actividad de la agricultura con el personaje icónico de esta zona: “El Abuelo”. De este modo, con una “probadita” de la cultura y la hospitalidad santiagueña se dio por inaugurado el evento conservacionista.
El amanecer del viernes fue especial para todos puesto que se inició con un recorrido matutino hacia la serranía donde las imponentes formaciones rocosas talladas por el agua y el viento dan cuenta del paso de miles de años. Mientras que a sus pies se forma el mar verde del valle de Tucabaca, área identificada como la de mayor potencial de plantas endémicas de Santa Cruz. Este fue el segundo punto de inspiración para el grupo de artistas que tenían el reto de crear obras en madera, piedra, arcilla, lienzos, realizar instalaciones y hasta interpretar música inspirada en la conservación de esta “joya” boliviana.
¡¡¡A crear se dijo!!!
Entre el viernes y el domingo, una roca inerte trasladada hasta la plaza de Santiago tomó “vida” en las manos del tallador Gonzalo Condarco, quien tras un arduo trabajo entregó la pieza con una apariencia que asemeja a la máscara del “Abuelo”, por una lado, y la ruta hacia la serranía, con formaciones similares a las que se observó en el camino un día antes, en la otra cara de la obra. El trabajo arduo del escultor fue bien retribuido con aplausos y felicitaciones por parte de los visitantes y gente del pueblo que quedó asombrada con la transformación artística de ese material.
En tanto que un tronco de un viejo árbol, recogido del camino, también fue transformado en una maravillosa obra de arte en la que se observa al mítico Abuelo santiagueño alzando orgulloso un violín, instrumento musical que es parte de la esencia cultural del pueblo. Antonio Zabala y su hijo, Ansel, tallaron esta obra.
Durante el evento se utilizó todo tipo de material para crear obras de arte. Es así que la arcilla en las manos del escultor beniano Pablo Muiba sirvió para formar una obra abstracta inspirada en Santiago a la que el artista bautizó con el nombre de “abundancia”. Además de dos pequeños murales de la fachada de la iglesia y de otros elementos representativos de este lugar.
En cuanto a instalaciones, Wara Cardozo sorprendió e inspiró a muchos con su obra “Muerte generadora de vida”; una cortina de plantines que pendían de una rama en lanas de colores ensartadas en cáscaras de huevo que hacían de pequeñas macetas. A su vez, Pita Cachaña vistió de colores un gran gomero con mandalas que tejió con la ayuda de los niños del lugar.
Literalmente el arte se apoderó del pueblo, puesto que mientras que los artistas trabajaban en espacios designados para cada uno en la plaza, el guitarrista cubano Alberto Puerto y el destacado violinista sucrense Gustavo Orihuela marcaban el ambiente festivo con sus magnificas interpretaciones.
Es así que los pintores Guillermo Coimbra, Linda Da Costa y Leoni Manrique, por separado, plasmaron en sus lienzos y algunos muros obras inspiradas en Santiago de Chiquitos. Manrique se apostó frente a la iglesia de piedra del pueblo y al son del violín dejó correr su creatividad plasmando en un amplio lienzo la imagen de la casa de Dios.
En tanto que Linda Da Costa creó varias obras, entre ellas una inspirada en la naturaleza que pintó con sus pies al son de los acordes de la guitarra de Alberto Puerto. Sin duda alguna el espíritu de conservación del maestro Guillermo Coímbra se reflejó en sus pinturas en las que con gran realismo realza la naturaleza.
La creatividad se fusionó en un ambiente de fiesta del que fueron participes también los visitantes y no sólo como espectadores ya que tuvieron la oportunidad de vestir la ropa típica del lugar y lucir las famosas máscaras. El fotógrafo Steffen Reichle se encargó de capturar las postales de estos momentos.
Concierto de música barroca y amanecer de violines
Un concierto exquisito es el que se ofreció en el marco del Festival de Música y Arte para la Conservación. Durante dos horas la Orquesta y Coro de Santiago de Chiquitos, Alberto Puerto y Gustavo Orihuela deleitaron al público que llenó la iglesia del pueblo.
El festín musical no concluyó con esta presentación sino fue sólo el inicio de tres jornadas cargadas de maravillosas interpretaciones. Cuando el reloj marcaba las 6 de la mañana del sábado, una performance matutina sorprendió al pueblo con su propia música interpretada por los artistas invitados que interactuaron con los niños músicos de la población al son de la tamborita, el bombo, flauta y violines. Al ritmo de una chobena típica, a la cabeza del violinista Gustavo Orihuela, los músicos, artistas, visitantes y pobladores recorrieron el pueblo hasta llegar a las puertas de la iglesia.
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