En la comunidad de Tarapaya, a 26 kilómetros de Potosí, hay una laguna de agua termal, que –dicen los comunarios- tiene cualidades curativas. En este apacible lugar, al que hay que ingresar con precaución, también se puede disfrutar de un paisaje de cerros, rodeados de pajas bravas. A pocos metros, se encuentra otro “ojo”, donde el agua es tan caliente, que los lugareños solían dejar huevos y papas cociendo, mientras iban a cumplir con sus labores en agricultura.
Aquí también hay familias dedicadas a la fabricación de sombreros. Artesanos de fino acabado, que utilizan la lana de ovejas para darle forma a piezas que usan hombres y mujeres, para protegerse del intenso sol altiplánico.
Aunque alrededor de la citada laguna, se han tejido historias después de que personas fallecieran ahogadas, Nicolasa Julián, de las Bartolinas de Tarapaya, explica que esto se debe a la falta de cuidado.
“Nuestros hijos y nosotros sabemos nadar muy bien. Lo que pasa es que a veces llegan personas extranjeras, que se meten sin tomar precauciones, pero ahora hay una cuerda que atraviesa la laguna. Esta agua es medicinal, cura los dolores de huesos y articulaciones”, dice.
